04 de Febrero del 2015

Análisis de Dying Light - PC

Bienvenidos a Harran. Buenas noches y buena suerte.

Podés ver este análisis en video

Luego de la recepción positiva de Dead Island, la gente de Techland vuelve a la carga con otro juego de zombis, esta vez con el parkour como protagonista; la disciplina francesa que promueve el desplazamiento acrobático en entornos cotidianos como calles, techos, terrazas y paredes. El jugador se mueve por un vasto universo ficticio llamado Harran, una ciudad que mezcla la tropicalidad de Brasil con la arquitectura Turca, y ofrece centenares de recovecos para realizar todo tipo de proezas y escapar de una epidemia zombi que azota a la población.

Nuestro personaje, Crane, es enviado por un grupo gubernamental denominado GRE que pretende encontrar información acerca del virus. Durante el flojo modo historia conoceremos una veintena de personajes olvidables que tratarán de aportar su cuota de color, con un resultado regular y un final LAMENTABLE. La historia cliché y sus personajes de relleno, con sobreactuaciones, son solo una obligación contractual para el modo de un jugador. Y es que la verdadera fuerza de Dying Light se encuentra en la propuesta de juego.

Dying Light nos mete de lleno en un mundo que se siente desde el primer momento, peligroso. Al momento de tomar el control del personaje en nuestra primera salida por las calles desoladas de Harran, la cual siempre la recorremos a pie, vemos qué tan poco recomendable es avanzar a las trompadas. Básicamente, durante casi toda la aventura, contamos con armas blancas. La mayoría son herramientas de uso cotidiano, como llaves de tuercas o palas, pasando por bastones extensibles, cuchillos de cocina y hasta espadas. Podemos mejorarlas combinando elementos que encontramos en el escenario. La ciudad está infestada de criaturas y salir a lo Rambo solo puede resultar en una muerte segura. Lo menos heroico, es lo más sabio.

La habilidad del personaje por colgarse de casi cualquier esctructura nos ayuda a cruzar el mapa mientras realizamos las misiones que siguen la trama y también las secundarias que, según su temática, incluso pueden tener una breve historia que contar. De esta manera esquivamos el peligro o lo enfrentamos lo menos posible. Afortunadamente, el personaje desarrolla una evolución permanente que es altamente reconfortante y lo hace en tres ramas; sobreviviente, agilidad y poder. La primera nos ayuda a ser más efectivos a la hora de mejorar nuestras armas y objetos que nos ayudan a pelear con los zombis, como trampas y demás. Con las mejoras en "agilidad" podremos pegarle a los zombis mientras corremos, tirando un tackle o deslizándonos, y podremos trepar más rápido y cansarnos menos. "Poder" hace referencia a nuestra fuerza y aguante contra los ataques enemigos. Esta ramificación es bastante sencilla y su progreso, en "agilidad" y "poder", está dado por el mismo personaje, el cual gana puntos trepando, corriendo, saltando y luchando. "Supervivencia" requiere que encontremos los cargamentos de provisiones que arrojan los aviones para los sobrevivientes, además de abrir cualquier cajón que nos encontremos y completar misiones, pero esto nunca se siente una obligación.

Un toque de distinción de Dying Light es algo que está en su mismo nombre; la luz. El paso del tiempo es relevante en la mecánica de juego y nos obliga a tomar ciertas decisiones conforme a esto. Al llegar la noche en Harran, los infectados se hacen más fuertes. De hecho, una nueva variante de los mismos aparece y el cazador, nosotros, pasa a ser la presa. Estos nuevos enemigos son casi invensibles y se reflejan como un cono de luz en nuestro mapa (algo que recuerda a los soldados de Metal Gear). Al caer la noche, si estamos en medio de una misión, vamos a tener que pensar seriamente en continuarla al dia siguiente, descansando en alguna de las zonas seguras, ya que si bien ganaremos incluso el doble de experiencia, también existe el doble de dificultad para lograrla. El hecho de estar al tanto del horario agrega un factor más de desafío al juego, lo cual se agradece.

El sistema de combate es otro punto alto en Dying Light. Como mencionaba antes, casi siempre andaremos por las calles con armas blancas, provocando peleas mano a mano con los enemigos. Al principio los zombis son torpes y lentos, pero con el avanzar de la aventura y nuestra progresión del personaje, veremos seres más rápidos y fuertes que incluso esquivan nuestros ataques. De hecho, también vamos a enfrentar a otros humanos que sobreviven en Harran, y estos dan pelea en serio. Habrá que cuidarse de los soldados, que vienen comúnmente de a dos o tres y, con armas más avanzadas, esquivan y contraatacan tomándose el tiempo necesario para cada golpe. Esto logra combates casi apasionantes que no se resuelven fácilmente y engrandecen el desafío. Más adelante encontraremos armas de fuego bastante útiles con algunos monstruos de gran tamaño, aunque afortunadamente no transforman el juego en un Call Of Duty y su uso obligado se resume a un par de secuencias.

La posibilidad de jugar en modo cooperativo de hasta 4 jugadores existe, pero está lejos de ser una maravilla. Uno de los principales problemas es que los 3 invitados del jugador que hace de host, no progresan en la historia, por más que la jueguen. Cuando vuelven a su propio mundo, en single player, vuelven al punto donde estaban antes de unirse a la partida multijugador. El único que progresa es el que hace de host. Además, se han encontrado problemas con puertas que no se abren, que se espera se solucionen con futuras actualizaciones. Más allá de eso, aplastar a los zombis de a 4 es una propuesta más que interesante, incluyendo un modo donde uno de los jugadores hace de zombi.

Técnicamente, Dying Light está a la altura de lo que se espera de un juego de esta generación. El mapa es bastante grande, dividido en varias zonas, y con todo tipo de detalles en sus estructuras. No hay texturas dudosas ni baches gráficos importantes, más allá de alguna curiosidad que pueda desafiar las leyes de la física. Los efectos de luz son impresionantes y de una calidad inmersiva estupenda. La ciudad de Harran es la verdadera protagonista en este apartado, tanto como en el jugable, muy por encima de unos personajes poco expresivos y con una sincronización labial algo pobre.

La música compuesta por Pawel Blaszczak es de una calidad excelente y unida a la gran ambientación logra momentos memorables.

El sonido roza el mismo nivel. Escucharemos el viento correr en lo alto y los alaridos de los muertos vivientes despertar en la noche hasta que, víctimas de nuestro coraje, se deshagan en pedazos.

Conclusiones

Dying Light es una formidable aventura de terror y gore que, con fisuras argumentales y personajes apagados logra hacerse un hueco entre los grandes gracias a una propuesta de juego divertida, apoyada en un sistema de combate y exploración altamente gratificante y una belleza técnica envidiable. Un gran comienzo para Techland y los jugadores en este 2015.

Lo mejor

- El sistema de combate.

- El parkour y la exploración.

- La variedad de enemigos.

- Técnicamente muy sólido.

- Jugarlo de a 4.

Lo peor

- El final es LAMENTABLE.

- El argumento.

- Los protagonistas.

- El online tiene fallas importantes.

playNOmore

playNOmore - Videojuegos Argentina

+ Puntuar

Puntaje editor

Puntaje usuarios

-Puntuar